miércoles, 11 de junio de 2008

no hay mayor ansiedad que la vida misma


esta versión de José Carmona viene de la peli "¿por qué se frotan las patitas?" (buenísima)


Algunas canciones te acompañan en casa (en mi caso un ejemplo claro sería Pensión Triana, de Ruibal) y otras te hacen lanzarte a buscar algo entre las calles. También pasa esto en la poesía. Paco Cif. me ha regalado un libro que pertenece a este último grupo, al callejero ; “El sueño verdadero” (Vicente Gallego, colección Visor de Poesía)





me lo regaló en Sevilla la noche alcohólica que iba del cuatro al cinco de junio y en la que ambos nos dedicamos a redescubrir la Alameda de Hércules, ese entramado de historias que tanta falta nos hacía ya visitar. El día siguiente fue realmente hermoso (y resacoso). El monasterio de San Clemente nos acogió en una tarde calurosa y nos reconfortó con su sombra. Afortunadamente, las salas de ese monasterio van reciclándose hacia una cultura bien bella. Alejándose de los intrincados ministerios celestiales para los que fue construido, ahora gran parte de este monasterio alberga el Centro de las Artes de Sevilla (hay otra rincón en el que me han dicho que viven para la oración y la manufactura de pastelitos y otros manjares de dioses algunas monjas de clausura; si es así no deja de ser una ironía de la vida) Pero dejemos a las monjas (de momento) y sigamos por el CAS. Cuando llegué al patio donde se iba a presentar “Aquí y Ahora” comprendí que aquel era el lugar. Y las personas. Con deciros que hubo que buscar sillas (peculiar share de un recital de poesía, expectativas creadas multiplicado por sillas buscadas = éxito del evento) (claro que depende de si las cuentas las hace la comunidad de Madrid o el gobierno) La cuestión es que Lara y David J. habían congregado (en el sentido más cisterciense de la palabra) en torno a la poesía a una gran cantidad de personas. Fue perfecto. Presentar el libro de los poetas que no forman grupo, que no comparten formas ni espacios y con un no prólogo, como dice Aguado. Por cierto, la dirección real es http://libroaquiyahora.blogspot.com/ y no otra que se me coló hace no mucho en un comentario.

Esa tarde y su larga noche estuvo envuelta en gente interesante, volví a ver después de muchos años a algunos, vino a verme la familia… en fin, quién lo iba a decir, como una persona mayor y formal. Hasta el tercer gintonic al menos. Y el día anterior había comido caracoles y un serranito. Empezaba a creer que dios existe y no se qué de un ciprés y de Gerardo Diego.

He vuelto a Madrid y del calor de Sevilla me he encontrado con la lluvia. No me disgusta en absoluto. Es solamente un detalle en el cambio de intensidades lumínicas y he decidido empezar a calibrarlas. Me he comprado un fotómetro antiguo y cuando compruebe que funciona empezaré a apuntar las veces que a favor y en contra refleja su intensidad la luz de las vidas.

9 comentarios:

Lara dijo...

Yo también estoy de vuelta ya, y tengo un barullo de luces en la cabeza, qué semana más larga, más raiz y más sur.

Un abrazo...

Rober dijo...

Niñalara, niñalara; descansa y ya sabes dónde me tienes si necesitas algo. En unos días te llamo.
Abrazoraízsureño.

Marta G. Navarro dijo...

¡Hola Rober!

Desde luego el sitio estaba magnificamente escogido y la compañía mucho más. Había allí gente que me transportó a otra época, aquella lejana en que nos conocimos y yo te perseguía por el instituto para que me dieras una entrevista que nunca pudimos hacer, jajajajaa. ¡Cuántas cosas han pasado desde entonces!

Bueno, que te veo pronto en Madrid, el día 3 estoy ya allí :D Un beso enorme.

REIDI dijo...

........Y tú te lo querías perder. Si había gente fue por algo.
Espero tenerte pronto y que esta vez sea, si no en un sitio tan hermoso, por mas tiempo.
Te quiero.

Rober dijo...

Amiga Marta; muchas gracias por tus palabras amables. Me alegró mucho verte en Sevilla y espero que te quedes unos días en Madrid (llego de Cerdeña el día cinco de julio)(joder, qué ganas tengo ya de irme)

Hermanísima; Ya sabes que el verano y su calor me alejan de Sevilla hacia zonas con temperaturas más suaves. De todas formas tenemos pendientes un buen rato de conversación. Dale besos a mis sobrinos. Me encantan las obras que estás creando (de hecho, voy haciendo huecos en casa pensando en colocarlas, así que ya sabes...)
Un beso, guapa.

NáN dijo...

las luces de la vida no las pillan las máquinas, pero podrás hacer buenas fotos.

Me alegra verte tan animado. De vez en cuando, los pequeños regresos son importantes.

David J. Calzado dijo...

Uno vuelve siempre a los viejos sitios en que amó la vida,
y entonces comprende como están de ausentes las cosas queridas.
Por eso muchacho no partas ahora soñando el regreso,
que el amor es simple, y a las cosas simples las devora el tiempo.

Demorate aquí, en la luz mayor de este mediodía,
donde encontrarás con el pan al sol la mesa servida.

Por eso muchacho no partas ahora soñando el regreso,
que el amor es simple, y a las cosas simples las devora el tiempo.

Me encantó verte por aquí.

Rober dijo...

Hola amigo Nán, me alegro de saludarte. He pensado mucho en tu último comentario. Independientemente de las creencias arcaicas de otros pueblos que pensaban que con las imágenes te estaban secuestrando el alma, somos muchos los que opinamos que ciertas tecnologías son como una especie de milagro (no sé si maligno o benigno) con resultados capaces de deslumbrar, conmover, advertir o disculpar. Son acciones difíciles de retratar éstas, se mueven constantemente y te revientan los planos. Pero en ocasiones la casualidad pasa por allí y click. Así que necesitamos tener una buena luz de reclamo para que se acerquen revoloteando y haciendo círculos y saber diferenciarlas bien de las polillas. La cuestión es que si consigues medir bien tu luz de reclamo y reconocer en las membranas del fotómetro cualquier indicio de flujo luminoso, entonces comprendes que las luces de la vida pueden ser recogidas.

Un abrazo y una sonrisa bien grandes, compañero.

En cuanto a ti, David J. tengo una respuesta que dejar aplazada unas horas. Todo lo dicho me ha dejado sin tiempo para nada más. Me voy a trabajar.

Rober dijo...

Amigo David:

Me cantas comentarios que debieran acompañarse con ritmos bluseros. En efecto las cosas sencillas son las primeras que devora el tiempo. Pero hay otras que uno se va inventando en distintos lugares con el paso, precisamente, del tiempo.

De todas formas reconozco una cierta reconciliación con Sevilla gracias a estos últimos y hermosos recuerdos. Evidentemente no ha sido la ciudad la que ha cambiado tanto, más bien he sido yo.

Me salva que casi nunca me voy definitivamente de los sitios y hay tiempo para demorarlo buscando la sombrita del sur.