lunes, 28 de septiembre de 2009


L. vodka o ginebra con tónica. M. ron negro con uno o quizás dos hielos. N. ruso blanco al estilo Lewosky. P. lo que haya. R. R. ron con cola y mucho hielo. J. güisqui con cola. B. prefiere la cerveza bien fría, aunque no rechaza un güisqui si se encuentra a gustito. A. no dice nada si está servido con mucho hielo. Y después las variantes cafeteras. J.J. y B.C. Irlandés y carajillo respectivamente. Vienen los exóticos. C.M. es más de mojito. O. Bloody Mary (pídase también bajo el pseudónimo de gazpacho si hay confianza con el camarero) y viene P.R. y prefiere el margarita o el grado tercero o tequila a secas y en chupito siempre que no sea del blanco y preferiblemente con el gusano dentro. Nos vamos al vodka elaborado. J.C. pide Cosmopolitan solamente si el camarero parece saber prepararlo (independientemente de si aparece en la carta) D. descubrió que había uno con su nombre y a veces pide un Dany pero siempre tiene que explicar cómo y en qué cantidades mezclar el vodka, el vermut y la corteza de limón. A mí me gustan los que llevan nombres rusos (soviet, sputnik, tovarich) pero nunca los pido porque soy una persona de convicciones y me cuesta apartarme del gintónic tal cual o a lo mejor un licor de hierbas o pacharán. Es una cuestión de sonoridad. Después, claro está, cuando uno viaja lo prueba todo, eres capaz de tomar lo que te pongan. Si te dicen que es un daiquiri va a dar igual si estás en la playa o en un fin del mundo helado, da igual. Tú vas a disfrutar de tu daiquiri servido con pitillo corto (no has visto las botellas, nada más te han dicho ¿daiquiri? y ha llegado y tiene un extraño color, pero sabe a gloria) o de una cerveza caliente, que hay veces que de un lujo se trata y también vale la pena parar y disfrutar aunque sea modesto el momento. A la hora de compartir no se debe ser medido ni escrupuloso, porque al final es eso lo que hace momentos cuando uno está lejos o recibe a gente en casa. Nunca rechazar las variantes en las que sea necesario compartir vaso o cuenco o botella a pelo. Suelen ser las mejores. Compartir a partir de ciertas graduaciones es un acto hermoso y no debe ser mancillado. Pero eso es otro trabajo, más hacia dentro. La terapia de grupo pasa por el reencuentro y suele ser motivo de fiesta. Sangría si somos demasiado. Para grupos amplios conviene ceñirse a la cantidad más que a la variedad, para que no falte de nada. Aconsejo las que nunca fallan: véase ron, güisqui, ginebra y refrescos variados. En grupos reducidos me van a permitir la licencia de detallar todo un recorrido, porque sí, porque nos lo merecemos y la vida es corta pero ancha: conviene empezar suave e ir aumentando las dosis, poniendo especial cuidado en que los cambios no sean bruscos y todo discurra con naturalidad. La cerveza debe acompañarse con algo para picar (no entraré en cuestiones gastronómicas concretas, pero todos sabemos de qué hablamos) pero el vino puede tomarse sin más, sobre todo si es bueno y las botellas abundantes. Apuntes sobre el vino. No pensar nunca en el día siguiente. Revisar las comisuras de los labios con cierta regularidad. Reconocer el destello peculiar que provoca el vino en las miradas. Evitar (en la medida de lo posible) el tetrabrick (por amor de dios o por amor propio) Los olorosos se aconsejan en dosis medidas que no empalaguen, como los discursos de los anfitriones. Después de comer, si no hay dolor de cabeza, el cambio puede ser bueno. Alcoholes variados en barras de bar, en el sofá de casa, en la calle. Combinado de ginebra con tónica hasta con embudo. Conversaciones perezosas. Paseos no muy largos para cambiar de ambiente si este se enrarece o la compañía se vuelve mustia. Aconsejo la última copa a solas en la esquina de la barra del bar de cabecera (aquí se requiere haber hecho un trabajo previo) donde uno pueda permitirse el lujo de obviar a las personas y que lo dejen tranquilo.

Y pensar en todo el bien que ha hecho el alcohol en este mundo…


12 comentarios:

Lara dijo...

qué genial!!!!!!!!!!!!!

jajajaja!!!!!!

me encanta

añadiría el fino de montilla en los anteriores a las comidas o a las cenas, sobre todo si empiezas a beber y comes dos horas después

y nunca nos olvidemos del pepinohendricks

y esa botella de larios (¿te acuerdas?)

total

que me ha encantado

Miguel Ángel Maya dijo...

...Lo más importante, sin embargo, y ya que estamos etílicos, es siempre el aura, mi querido Robe...
...P.D.: http://www.youtube.com/watch?v=pCxFbGXtQF0

...Que te aproveche...
...Qué tiempos...

David J. Calzado dijo...

Alcohol, alcohol... Hemos venido a emborracharnos, el resultado nos da igual.

Lara dijo...

el resultado sí
pero la fórmula no


en la fórmula está todo a estas alturas!


te llevaremos a probar rusos blancos

Rober dijo...

Lara, David y Mígue:

¡Esto ya es un botellón de los que hacíamos en el Arenal o en la cuesta del Rosario!

Miguel Ángel Maya dijo...

...jajaja...
...qué cabrón...

Miguel Ángel Maya dijo...

...bueno, ya puestos, cabrones, en plural...

Lara dijo...

pero en esos botellones la fórmula de la resaca no existía

Rober dijo...

Si es que nos hacemos mayores por momentos. Yo casi he llegado a la adolescencia.

Lara dijo...

alguien por ahí?

Rober dijo...

por aquí...
por allí...
hay gente por todas partes.

Miguel Ángel Maya dijo...

...incluso debajo de la cama hay gente...