martes, 11 de mayo de 2010

Mario y yo


tu espejo es un sagaz

Tu espejo es un sagaz
te sabe poro a poro
te desarruga el ceño
te bienquiere

te pule las mejillas
te despeina los años
o te mira a los ojos
te bienquiere

te depura los gestos
te pone la sonrisa
te trasmite confianza
te bienquiere

hasta que sin aviso
sin pensarlo dos veces
se descuelga del clavo
te destroza

Mario Benedetti


Las aguas revueltas del pensamiento parecen que van encontrando acomodo, se encauzan, empiezan a formar riveras en las que asentar algo parecido a una rutina, un reencuentro con alguien que fui un día y al que hoy ya no niego el saludo. Tu espejo es un sagaz, no engaña, refleja lo que hay, sin más. En efecto, te sabe poro a poro.

He vuelto a Benedetti como el que pasea por un lugar que conoció hace mucho y que le hizo feliz. Me ha desarrugado un poco más el ceño. Ahora veo al uruguayo de otra manera, lejos ya del fervor de la primera juventud, esa adolescencia tardía que algunos tuvimos a bien padecer. He vuelto a Benedetti como el que va a lo seguro. He vuelto a él y me ha despeinado los años.

Releo a Benedetti como si no se hubiera muerto. Nada ha cambiado en él. En mí casi todo. Alterno sus poemas con la biografía que del autor ha escrito Hortensia Campanella, que si bien me resulta interesante no llega a entusiasmarme (el género biográfico puro y su degeneración, el autobiográfico, nunca me ha entusiasmado, salvo excepciones que más rayan en lo fantástico que en lo histórico). De momento sólo enfrento sus poemas y su vida. Habrá otro instante para la prosa.


CERO

Mi saldo disminuye cada día
qué digo cada día
cada minuto cada
bocanada de aire
muevo mis dedos como si pudieran
atrapar o atraparme
pero mi saldo disminuye
muevo mis ojos como si pudieran
entender o entenderme
pero mi saldo disminuye
muevo mis pies cual si pudieran
acarrear o acarrearme
pero mi saldo disminuye
mi saldo disminuye cada día
qué digo cada día
cada minuto cada
bocanada de aire
y todo porque ese
compinche de la muerte
el cero
está esperando

Mario Benedetti


Es cierto. La verdad innegable de la muerte como una cuenta atrás. Esa noción de tiempo tan diferente al no tengo tiempo de hoy. Porque vamos muriendo, aunque la fecha que vaya a aparecer en cada obituario conste de un día concreto de un mes futurible. No, no es eso. Es cada uno de los días anteriores. Es hoy, fue ayer y (con un poco de suerte) será mañana. Es una realidad incontestable ante la que sólo podemos mostrarnos con cierta elegancia, sin aspavientos.

Me hace pensar que es hora de ponerse manos a la obra, que es cierto que cada vez queda menos tiempo.


Hasta Mañana

Voy a cerrar los ojos en voz baja
voy a meterme a tientas en el sueño.
En este instante el odio no trabaja

para la muerte, que es su pobre dueño
la voluntad suspende su latido
y yo me siento lejos, tan pequeño

que a Dios invoco, pero no le pido
nada, con tal de compartir apenas
este universo que hemos conseguido

por malas y a veces por las buenas.
¿Por qué el mundo soñado no es el mismo
que este mundo de muerte a manos llenas?

Mi pesadilla es siempre el optimismo:
me duermo débil, sueño que soy fuerte,
pero el futuro aguarda. Es un abismo.

No me digan cuando me despierte.

Mario Benedetti

Universo endecasílabo. Quiero volver a las formas -me he dicho- ya está bien de versificación libre. Hay que trabajar en serio. Que suponga un esfuerzo buscar la palabra adecuada, rimar ritmar medir. Sacrificar la cercanía de la experiencia, la espontaneidad de las palabras más cotidianas, sumergirse en la poesía desde el punto de vista de las medidas y de la sabiduría de los vocablos. Asignar a cada palabra que utilices la importancia y la estima adecuada; servirse de la historia que portan, que trasladan a través de las generaciones, todo eso que hace preciso un significado y un significante. En esa dirección quiero ir ahora. Porque esa es la verdadera libertad de la poesía. Hacer lo que te dé la gana. Y que el odio no trabaje para la muerte.
No me digan cuando me despierte.

A la vez he ido reconciliándome (nunca mejor usado el modo reflexivo, pues los demás parece que no tengan nada pendiente conmigo) con personas importantes en mi vida, personas que han sabido tratarme en estos tiempos difíciles de guerra civil donde he sido mi mejorpeor enemigo. Tengo pendientes alguna deuda y hay reencuentros para los que no estoy preparado. Es posible que nunca vaya a estarlo. No se sabe. Creo que no es casualidad que las aguas se vayan amansando y a mí me dé por querer volver a una métrica férrea.


Síndrome

Todavía tengo casi todos mis dientes
casi todos mis cabellos y poquísimas canas
puedo hacer y deshacer el amor
trepar una escalera de dos en dos
y correr cuarenta metros detrás del ómnibus
o sea que no debería sentirme viejo
pero el grave problema es que antes
no me fijaba en estos detalles.

Mario Benedetti


Leer a Benedetti me ayuda a pensar menos en mí y más sobre mí. Es curioso. Eso lo logró, en otra época complicada de mi vida, el inmenso Luis Cernuda. Me prometo que tengo que volver al escritor sevillano, por ver cómo me han tratado los años. Pero de momento estoy inmerso en el tratamiento del tiempo del americano. Muchas veces él lo convierte en una broma. Es interesante. Aunque haya podido parecer lo contrario estos últimos meses, creo que no he perdido el humor a pesar de que llevo muriéndome casi treinta y tres años. Lo demás, bien, gracias.

En realidad tengo que reconocer que no sé muy bien dónde se encaminan mis pasos. Ese estar perdido no ha desaparecido, en absoluto. Pero ahora tengo a Mario, otro Mario diferente al que conocí hace años y que ahora me cae mejor y me sigue (o yo a él) hasta donde no quiero que me acompañe cualquiera. Estos días tengo su poesía calada hasta los huesos.

Me he propuesto retomar a otros autores y, repito, si los detalles lo permiten, procuraré contarlo aquí para que nunca se me olvide.

9 comentarios:

David J. Calzado dijo...

Como tantos de vosotros, yo atesoraba una grabación en casette de un recital de MB. Cada madrugada giró en el walkman durante un largo verano. Nos pasa el tiempo. Feliz cumpleaños de nuevo.

Roberto dijo...

De ese casette que tú tenías me hice yo una copia (tdk de 90, portada fotocopiada en verde) que escuché hasta que me cansé o la cinta se cansó de mí. Mario es el mismo pero es otro. Nosotros somos bien diferentes a lo que fuimos y (todavía más pirueta, alehop) a lo que podamos recordar que fuimos.

Doy por hecho que te acuerdas de aquel poema tuyo de aquella época que decía;

Preferir el porno a la poesía
no es cosa desmedida en estos tiempos.
Pues bien,
sepan ustedes,
que también las palabras se masturban.

Yo sigo riéndome cada vez que se me viene a la mente.

FANGO dijo...

Hombre, esto ya es otra cosa. Un beso.

Miguel Ángel Maya dijo...

...El gran poema de David es y será siempre ese en que decía "tú freías berenjenas en sartenes de plata"...
...Lo demás ha sido epílogo, decadencia...
...Yo también tenía la voz de Benedetti en una tdk de 90, pero no era un concierto. Tampoco sé de dónde lo saqué...
...Besos (por cierto, Robe, nos veremos en jueves en lo de Rebe, ¿no?)...

Roberto dijo...

Amiga de las manos manchadas de barro: Muchas gracias por tu persevarancia (la cual no merezco) volviendo aquí de vez en cuando para ver cómo marchan las cosas.

Señor Maya: El jueves nos vemos donde Rebeca.

FANGO dijo...

Siempre volví y esperé pacientemente. Aunque triste me gustó lo que escribiste todos estos meses. Muchos sentimientos que pueden transformarse y convertirse en algo positivo.A algunos nos lleva más tiempo pero no importa. Aún, aunque no lo puedas ver, tenemos toda la vida por delante. Te dejo algo:

No mires al suelo, mira al frente.
Prolonga cada paso;
respira.
Que tus piernas caminen sin excusas.
Acelera los ritmos,
ponte al trote;
agradece a tu cuerpo este camino,
y deja escapar los sonidos por tu boca.
Yo te doy abrazos de esos maternales que nos consolaban tanto cuando eramos niños. A mí me valen más que cualquier otra cosa.

FANGO dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Lara dijo...

hola

Roberto dijo...

ya ves, Larita... Benedetti por todas partes.