jueves, 23 de junio de 2011

Es hora de hablar de Mala Memoria


Dejo de trabajar un rato porque me acuerdo de lo que escribí aquí ayer. En estos días en los que parece que consigo una cierta tranquilidad, me entero que otros trabajos paralelos van dando sus frutos. La experiencia de escribir canciones no se parece en nada a la de escribir poemas. En un poema debes ofrecer un universo completo. Una canción es un elemento que debe concordar con otros elementos. Y menudos elementos con los que me he enrolado. Hay instantes en los que pienso que es demasiado ancho este berenjenal como para cruzarlo indemne. Es cierto que, por momentos, un acuciante sentido de la responsabilidad (o de la vergüenza, que en este caso viene a ser lo mismo) me pide que no falte al criterio. Primero fue una canción y después todo un disco. Menos mal que me acompaña, mano a mano, el inmenso Paco Cifuentes, que de esto sabe mucho.

Me siento cómodo en el trato con los músicos. Quizás más que con los escritores en general y, desde luego, mucho más divertido el entorno que entre poetas. Los poetas de uno en uno, por favor. Casi no acudo a recitales poéticos, menos si no he leído antes algo del autor. Se me hacen pesados, inaudibles la mayor parte de las veces, complicados los ritmos de escritura por las respiraciones aceleradas, los pulsos temblorosos, los libros sujetos por una mano frenética que termina mezclando las letras y las páginas y las ideas y los resultados. Una batidora de Esplín. Pero los músicos son harina de otro costal. Y de entre los diferentes estilos yo me quedo con el jazz.

El jazz es precisión, hasta cuando se improvisa. El jazz es oficio. ¿Dónde se ha visto que un músico ponga caras de esfuerzo en el escenario? me dijo una noche Javier Colina. A pesar de que yo estaba un poco borracho, supe a qué se refería. Nunca olvidaré esa pregunta lanzada como sin malicia al aire.

Mala Memoria es el nombre del grupo para el que escribimos Paco y yo las canciones. Se está gestando en las cabezas insignes de cuatro grandes de la música. Influencias poliédricas con un claro y orgulloso acento del sur. Mala Memoria son Ana Salazar, José Luis Montón, Guillermo Mcgill y Antonio Serrano. Iré hablando de cada uno de ellos en próximos días. Así me estreno como biógrafo no oficial de personalidades en La Distancia Entre Las Cosas.






2 comentarios:

Lara dijo...

qué ganas

David J. Calzado dijo...

Yo ya tan solo departo con poetas desde la cama. Suena bien, Rober. Y yo me quedo con el flamenco y los flamencos.