miércoles, 28 de septiembre de 2011

Cuentos



Soy un elefante en una cacharrería. Ella, que se preocupa mucho por su trabajo, suele preocuparse más de la cuenta por su futuro. El oficio de vivir, le digo, eso debería ser lo nuestro. Aunque no hay currículo en el que uno pueda demostrarlo, la verdad. En este punto se sorprende y parece que le gusta lo que he dicho. Yo me animo y se me va la lengua. Es muy interesante leer a Cesare Pavese. El oficio de poeta, sigo explicándome. No le suena de nada. Y por un momento pienso en contarle cómo termina el libro, cómo se jubila uno de veras. Pero decido que mejor no, al menos no hoy.

Cuento la historia del hombre que se quedó desinflado. De repente sus huesos son como látex. Accidentalmente, por una acción física (o química, nunca termino de tenerlo claro) parecida a la que lo desinfló (pero contraria), su elástica piel fue hinchándose como un globo, tan leve que cualquier suave viento podría levantar sin esfuerzo. Decidió elevarse, no aferrarse a ninguna mano amiga, ni siquiera vivir pendiente de un hilo. Se elevó a merced del viento y desapareció entre las nubes.

Cuento la historia aquella del tipo que, al hablar, requería notas a pie de página. (N. del Narrador). Menudo ladrillo. No sé el porqué sigo contándola.

Leo en voz alta un poema de Karmelo C. Iribarren (PEQUEÑA ELEGÍA NOCTURNA PARA UN PERIÓDICO DE BAR Han pedido el periódico / y no aparece. / Tras batir el local de arriba a abajo, / a conciencia, sin éxito, / camareros y clientes / acaban de darse por vencidos. / Es evidente / que se lo ha llevado alguien. / Ahora, me digo, será solo / basura en algún contenedor / o, deshojado, se moverá / por las aceras / a merced del viento. / Es triste. Nunca sabrá / que ha protagonizado este momento.) A merced del viento. Así me han llegado un par de libros de este poeta. El viento del cierzo que últimamente acompaña al Cantante.

Los datos exactos dependen de la ubicación del individuo. Con linea continua y plana no hay peligro. El elefante que hace camino a través de los cachivaches adapta el local a sus medidas fastuosas. Ya vuelvo al oscurantismo. Habrá que tratar de evitarlo.

Elemayúsculapunto me dedica un poema espectacular de César Vallejo. "cuando lleguen a dos mis dos maletas, / este ha de ser mi estómago en que cupo mi lámpara en pedazos...". Elemayúsculapunto siempre tiene razón. Hasta cuando se la niego. Y también tiene un punto de adivina. Como si supiera por dónde. Y cuándo. Siempre. Dos maletas es al final el equipaje perfecto. Gracias por pensar en mí. Gracias por lo literario. Y por lo demás, claro.

Yo ando pensando en hacer mis dos maletas. De un momento a otro. Vienen tiempos de cambios y eso suele ser bueno. A ver qué pasa. Cuanto más inestable se (re)vuelve mi vida más ganas me dan de venir por La distancia entre las cosas. Es curioso. Siempre empiezo escribiendo sobre política, de cómo está la situación en el mundo, de lo que ocurre cuando todo va a peor y puedes tomar conciencia de ello porque es más que evidente. A veces cuento los vagabundos que duermen en los soportales. Van a más cada día. Este tipo de cosas suele ser el motivo de un primer párrafo que termino borrando (empieza a fallar la tecla delete de mi teclado). En el fondo, al actuar así, tomo conciencia de que no es a eso para lo que vuelvo aquí de vez en cuando y me paso el rato convirtiendo en palabras pensamientos cuya principal característica es que tienen la entropía por las nubes.