martes, 13 de marzo de 2012

Introducción al estraperlo (o de cómo desde el concepto "yo" se prepara al lector para otra cosa que vendrá más adelante)



Ocuparse y desocuparse. Ir y venir y no haberte movido del mismito sitio. Escuchar sin prestar atención a lo que haces. Hacer sin oír lo que suena. Llegar tarde y conseguir embarcarte a bordo del Titanic. Como dijo el otro: seamos amigos, que para enemigos ya hay un montón de gente corriente.

A todo esto. Sin noticias de mi Archienemigo. ¿Me habré equivocado nombrando a alguien tan pequeño para un puesto tan grande? Si ha habido movimientos estratégicos tengo que reconocer que han sido tan sutiles que me han pasado inadvertidos. Habrá que seguir en guardia por si le da por asomar la patita.

Yo ando un poco revolucionado (sí, yo y yo y más yo, qué le vamos a hacer, para hablar de otros ya hay otros que solamente hablan de otros) ando revolucionado, decía, porque todo me afecta, pero no tanto, y parece que las cosas van a reventar de un momento a otro, pero al final no. Asisto a manifestaciones, opino sobre la monarquía y los beneficios de su ausencia, en fin, practico nuestro gran deporte nacional. Blablabla. Y más hacia dentro. Salgo, entro, hablo sin parar con desconocidos encantadores. Me prometo estar más atento a mis circunstancias y contabilidades. Blablabla.

Es curioso que mientras todo se tambalea y mi entorno se mueve, se muda, cambia, pasa por fases (unas más alegres que otra) yo sigo impertérrito desde hace un tiempo y nada más consigo fijarme en dos o tres temas que me parecen importantes. El resto es como leer una novela. Creo que mis temas no coinciden con los Grandes Temas Universales, que cada vez me interesan menos, la verdad, si no es para echar mano de algún recurso literario o algún giro interesado en conversaciones extravagantes.

He dado sin querer, como suceden muchas de las cosas importantes en la vida, con la Asociación de Madrileños Ateos y Librepensadores. Voy a empezar a husmear un poco cómo llevan el asunto y ya os iré contando. De momento ya es algo. Y desde donde me ha llegado la onda me da esperanzas sobre la seriedad de semejante contubernio. Son los que organizan las apostasías multitudinarias y las procesiones ateas de Lavapiés. Je.

Contubernios. Ahora sí somos anarkoburgueses. Y, además, vivimos en pleno estraperlo.

1 comentario:

NáN dijo...

Y yo que he sido masón (de carné) y judío (de Kafka y Joseph Roth) y socialista (de corazón), ¡Y nunca he ido a Munich!

Es que la vida tiene una mala hostia que paqué.