miércoles, 6 de febrero de 2008

sin sombras no hay luces.




Perder el tiempo.

Remolonear.

Contar las sílabas.

No quiero decidir, prefiero esperar mientras

hago recuento de las imágenes,

cálculo de porcentajes de luz

y otros misterios del sur.








De allí vengo;

me fui a descansar de mí mismo

(por unos días)

a romperme la vida

a preguntarme de nuevo qué era eso.





Ha llovido. No importa.


Uno se atreve con todo

(compara Cádiz con Salvador;

el mismo trato, casi la misma claridad)

decía uno se atreve con todo

si el viento es de poniente

atraviesa las callejuelas del pensamiento

y busca escaleras abajo el mar.



10 comentarios:

Lara dijo...

Precioso título, contenido lleno de cosas. Preciosa reflexión, también, Roberto tan Roberto. Según la entrada que he puesto yo hoy, me hace falta un poquito de Cádiz (Salvador me vale, está bien).

Un beso muy beso.

Virginia Barbancho dijo...

Cádiz y Salvador o Cádiz y la Habana con más negritos o Cádiz sin más para remolonear y calcular porcentajes de luz, el Sur, nuestro Sur (me has dado)

Otro beso (y un QUÉ fotos, también)

NáN dijo...

Tiene toda la razón tu título. Sin dificultad no hay acto que valga. Yo bajaría encantado por esas escaleritas (¿al mar?); pero para subirlas me pararía en cada repisa, a conversar. Y sería ahí, en esas conversaciones, donde saldrían las luces.

Si es que tienen que salir.

De momento, esperar está bien. Cuanta más prisa, más obligarse a esperar.

Rober dijo...

Virginia, Lara y Nán:

Hasta para mí se hace extraña esta entrada, imbuido ya hasta las cejas en este Madrid que tanto me quita pero que tanto me está dando. Los tres me conocéis y sabéis de sobra que estoy dispuesto a perder las perspectivas si me creo capaz de controlar la aspereza de los cuerpos, las palabras como destellos, más evidentes los engaños que nunca; como bajarse los pantalones, enseñar tus vergüenzas (nudismo sentimental de alguna manera) a cambio de teneros (también de alguna manera) cerquita de donde pesan las cosas.
En fin, serafín, el galgo y el mastín; ya lo dije (pausa para un suspiro) sin sombras no hay luces.

Miguel Marqués dijo...

Joder, qué coincidencia. En la novela que estoy traduciendo, Rembrandt van Rijn (sí, sí, el mismo) tiene un acceso de enajenación lúcida en que instruye a su hija (la prota) en el chiaroscuro: la luz sin la oscuridad no es nada. La felicidad sin dolor no es nada. Y así... el nesquik y el colacao. el melón y la sandía. el madrid y el barça. el betis y el sevilla. la izquierda y la derecha. arriba y abajo. el queso fresco y el queso curao. el jachís y la maría. la playa y la montaña. Platón y Aristóteles. tu novia y tu exnovia. Walter Arias y Yéremi.

(perdonad la frivolidad, me ha salido de un tirón)

En fin, serafín. ¡Que sigan pesando las cosas lo que tengan que pesar, que tú te quedes en algún punto entre el norte y el sur, y que allá nos veamos pronto!

Miguel Marqués dijo...

e increíbles las fotos y los días, y Cádiz, que yo comparo con mi puertoplata (Cádiz gana).

Anónimo dijo...

Hola Roberto!
Un gustazo volver a saber de ti. Nos vemos pronto!

Rober dijo...

Amigo Miguel, deberíamos fundar una emisora de radio en algún pueblo de Almería en la que pudiéramos hablar de Rembrandt y del Barça, de Cádiz o la República Dominicana. Una emisora con huerto.

Jesús, me alegra saber de ti después de tantos años. A ver si nos vemos en Bruselas o en Madrid o en Sevilla (o en Puertoplata, que no estaría nada mal)

un abrazo, compañeros.

AROAMD dijo...

he vuelto aquí varias veces para volver a ver esas fotos
y leer estas palabras

Rober dijo...

¿Sabes, Aroa?
A veces he tenido la impresión de ver una sombra alejarse entre la luz y en ocasiones me preguntaba quién era, de dónde venía y porqué volvía a veces a entretenerse con estas fotos y estas palabras.

Me alegras con tus visitas.

Un beso, Roberto.