Ventanas sin mar
Se han ido
hasta el gran Lewosky y Toni Curtis.
Otra vez estoy solo
y ya ni siquiera bebo.
Intento volver
a dedicarme a mis cosas
el café, los informativos,
cocinar de vez en cuando,
el cuenco de la marihuana
y el tabaco ya mezclados,
la letra bien amplia de tamaño,
este ventilador rotando
que siempre niega todo lo que afirmo.
Ya no hay fiestas cerca del barrio.
Las noches quedaron atrás
con sus fuegos artificiales verbeneros
la paloma
y sus puestos callejeros,
los borrachos con ganas de guasa…
hoy
tengo noticias de un punto junto al mar.
Desde Madrid no logro ver ningún puerto
por mucho que me alce
pero tengo una brújula
y puedo llegar a intuir la dirección correcta
de la poesía marítima o de sus efectos.
A veces viene como salado el aire
y hay mujeres con tatuajes
que escupen en el suelo mientras te hablan,
te cuentan que creen haber visto algo.
Tú les das las gracias
y ellas te sonríen con dientes perfectos.
Vuelvo
a dedicarme a mis cosas,
mis pensamientos,
recordar aquello que me dijeron: esperándote espero.
Así es la mar
en aquella dirección.
4 comentarios:
Qué bien te sienta la soledad de mar imaginado.
Creo que ha vuelto alguien.
Be-so-gi-gan-te.
Esta tarde me tomaré en Manuela un Ruso Blanco como voto para que desde esa ventana oigas el mar.
Un buen copazo a mi salud, sí señor.
Como si de agua bendita habláramos.
Echo de menos acodarme en la barra de Manuela contigo. Larita vuelve en estos días.
Bien podríamos vernos...
Y tomar un ruso blanco, como hacía el gran Lewosky. En mi opinión (me estoy haciendo un experto en coctelería vía mi hijo, para el que se ha convertido en obsesión) con un exceso de vainilla.
Que hable Lara.
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