jueves, 4 de diciembre de 2008

Han sido estos unos días intensos.

Derroteros inescrutables a simple vista
e imposibles de condensar en una entrada,
un blog,
un libro,
un portafotos
o toda una exposición
que es lo que da a veces la impresión
que empieza a convertise esto.

Todo empezó con the skatalites en la sala Heineken



(sala heineken, teatro Häaguen Dazs : qué carajo está pasando)
Nadie puede llegar a imaginar
el impacto brutal de estos mis ancianos
(que la vida os proteja durante muchos años)

bueno, nadie nunca es cierto:
está la grandiosa Laura,
o cómo del descubrimiento de otro duendecillo
que lleva escondidas bajo sus ropas
botellitas de güiski donde antes hubo agua
y marihuana a raudales.

Prosiguió con un acento circunflejo
el viernes doce (día de todas las Laras)
ardiendo a fuego lento
en cuatro hogueras diferentes.

Conocer de verdad a los habitantes de Bremen
(me quito el craneo,
menudos bichos de los buenos)

Los de siempre que me rodean, me abrazan,
me dicen cosas oportunas
aunque no me las merezca.

Compartir aquella mesa
con Mígue y la ya mencionada
en pleno desorden
ante espectadores sin sillas
que tan pancientemente
ni nos abuchearon
ni nos prendieron fuego
es más, al terminar fueron amables

pero en ese momento
yo ya iba un poco borracho.


Cuando uno no tiene ganas de escribir,
te da pereza, duele...

a veces ahí tienes que vivir
porque no queda otro remedio
y no siempre es sano
pero el ser medido y las ausencias
no han sido nunca mi fuerte,
prefiero algún encuentro clandestino
con recuerdos

o visiones futuribles.

2 comentarios:

Nares Montero dijo...

Es cierto.
Cuantas más ganas de escribir más duele.
Fué un placer conocerle en la presentación incendiaria. A pesar de su borrachera y de que hiciera usted honor al nombre del bar arramplando con las copas de los incautos que las dejaban por cualquier lugar al alcance de sus manos.
Sorpresa, después, al encontrar su morada cibernética gracias a Kika, menuda fan tiene.
Un abrazo, le seguiré los pasos a una distancia prudente, aunque intentaré no irme tan pronto la próxima vez que coincidamos, me gustó pertenecer a su grupo de referencia de borrachera ;).


Que exista la amnesia siempre es un consuelo, un bote salvavidas.

Lo dicho un abrazo y feliz solsticio de invierno.

NáN dijo...

Cuánta razón, amigo, a veces ahí tienes que vivir porque no queda otro remedio.

Pero vivir es bueno entre amigos.

Un abrazo del güelu que se retira pronto.