lunes, 23 de noviembre de 2009



Cuatro horquillas doradas

olvidadas sobre una silla de mimbre.

Un armario de tela.

Una cama y un edredón.

El suelo antiguo de este rincón de Palma

en el que me encuentro

(la cabeza parece en su sitio

a pesar de lo intenso de las largas veladas)

mi ropa desperdigada en unos metros cuadrados,

yo que empiezo a reconocer las calles,

la ausencia de olor a sal

hasta que estás impregnado.

A veces pienso

que lo único que me recuerda

que estoy en una isla

son las gaviotas que sobrevuelan.

Me obligo a acercarme al mar.

Paseo por la ciudad antigua,

agradezco la ausencia invernal de turistas,

me doy cuenta de lo lejos

que queda todo estando tan cerca

y pienso en ir un poco más hacia allá,

no importa en qué dirección

acercarme o alejarme hacia o desde algo,

vaya a saber uno qué,

(tampoco creo que importe)


lo importante

viene a ser cómo te levantas por la mañana

y si te fijas en ciertas cosas

como las cuatro horquillas doradas

perdidas en un mar de cosas

sobre una silla de mimbre.

7 comentarios:

Lara dijo...

hazme hueco

Lara dijo...

ah, y guárdame las horquillas, que seguro que me sirven

Rober dijo...

¡La primera valiente con billetes en mano!

Esa es la actitud.

trovador errante dijo...

Acercarse, ir más allá, las pequeñas cosas visibles e invisibles.

Me trasmitió serenidad tu isla.

Un abrazo

Miguel Ángel Maya dijo...

...Gañán, gañán, ¿y con quién voy a ver yo el Barça-Madrid del 7 a 0?...
...En Sevilla nos veremos al menos, ¿no?...

David J. Calzado dijo...

Pero Roberto, es que no me entero. De quién eran esas horquillas. Espero que no te hayas lanzado a la caza de jubiladas (que supongo que la isla estará atestada). No sé qué pensar. Si no te conociera me reservaría este comentario. Pero lo mereces, patán. Por cierto, regala a la niña Lara uno de esos collares de perlas Majorica (con visita a fábrica incluida). Afortunadamente me voy este año de viaje de fin de curso a Londres.

NáN dijo...

¿Ves lo que te decía?
Cualquier cosa, unos cabellos, un poema, las notas de lo que adeudamos, puede ser fugazmente hermosa si se prende con cuatro horquillas.

No te lo decía así, ni siquiera llegué a decírtelo a ti. Pero veo que lo has captado perfectamente.