La penúltima.
No son buenos tiempos.
Por lo menos ahora vuelves a tener una silla,
una mesa en la que apoyar un ordenador
al que se le mezclan las letras
(casi todas menos las que de verdad necesitas)
Te falta ingenio para sobrellevar los días,
trajinar con buen fin las páginas inconclusas
de esto que llaman vida.
Ingenuo poeta,
se dice,
por fin te has deshecho
de todas las objeciones
que eran mentiras
por toda la verdades
que traían cargadas.
Pobre diablo.
Ya nada será lo mismo,
te repites deshaciéndote en la silla.
Puedes volver a asomar
las mejillas de tu rostro
con el que te has enfrentado
a todos los que te querían.
Puedes disimular con cuadros o fotos
tu propia mentira
como una mancha amarilla
en el techo o en una esquina.
Puedes pedir perdón,
pero está hecho.
Así te has mostrado
y así te valorarán las opiniones
que de verdad te importaron un día.
No es sólo vergüenza,
es asumir tu propia ira,
tu desprecio hacia todo.
Es más doloroso
el dolor de lo que creías,
mucho más amplia la caída
si vienes de huir desencajado.
También resultó más cálida
alguna voz amiga
que te ha dicho
no importa, todo pasa
pero tú has mencionado
palabras parecidas en otras ocasiones,
disimulos piadosos,
farsas con las que barnizar
lo que de ti se espera.
En Palma escribías con letra imprecisa
y mencionaste algo así
como si no has estado perdido nunca
es que no has ido a ninguna parte,
que hay varias formas
de estar perdido
no saber de dónde se viene,
no saber dónde estás,
no saber hacia dónde vas
y tú las has probado todas.
También decías que el tiempo
es una noción elástica.
Y la distancia entre las cosas, otra mentira más.
Hablaste a boca llena de existencias prestadas
y simulacros de vida,
decías que conviene saber
hasta qué punto llega el disimulo
o la ficción
y si confundirlos (o no)
con la realidad.
Ya no hablas de tristeza como en otros tiempos,
hablas de desolación,
de desiertos están plagados
tus últimos poemas.
¿es posible estar en ninguna parte?
Tú quieres seguir adelante,
pero ¿en qué dirección?
Ahora vuelves a ser Madrid, poeta necio,
intentas lavados express
algo parecido a una declaración de intenciones
sobre el día a día;
quieres seguir buenos consejos
como P. que te dice
mantén la cabeza en un sitio que esté cómoda
supera las pequeñas crisis
si no ha sido nada.
Y tú haciendo inventario de daños
quieres ver los deterioros
saber si al menos te permiten
si no navegar,
mantenerte a flote.
¿En qué has convertido tu vida?
El último recuerdo que tienes
de algo que parezca poesía
es una madrugada callejera
sujetándole la cabeza a una persona cercana
mientras ella vomitaba tu propio espíritu
en plena calle.
Luego, en volandas,
la metes en un taxi
y vuelves a casa
con las manos en los bolsillos
algo ebrio, también tú,
porqué no decirlo,
preparas una sopa de sobre
aprovechas el silencio
duermes hasta bien entrada la mañana.
¿Qué has hecho hoy?
te has dedicado a evitar
hacer ciertas llamadas,
a no querer ver a nadie.
Hoy te has dedicado a transcribir
palabra por palabra
anotaciones de este cuaderno Robert
este cuaderno con rizos
duro bruto cansino
largo como una mala vida
como la que tienes entre tus manos
sin que hayas hecho nada digno de ser mencionado
nada
de lo que sentirte orgulloso
que no sean estos espacios diáfanos
la austera ausencia de objetos
y aún así el bolígrafo que no aparece
no hay viejas máquinas Olivetti que tecleen los días
ni las noches en las que sueles caer en picado
desde el quinto piso.
La sorpresa de los que te rodean
y se comportan al contrario
de lo que parecen.
Las estanterías vacías
el silencio
la soledad
de esta tierra compartida
por millones de personas.
A veces las cosas salen bien
cuando salen del revés:
si no están torcidas no valen
o si la caligrafía es perfecta, tampoco,
(como tú)
Abres ventanas que cerraste
a cal y canto en su momento.
Esperas que el gato se anime
y empiece a explorar los tejados,
que ahuyente a las sucias palomas,
que se sepa libre.
¿Y tú? ¿Eres libre?
Eso parece, eso crees.
¿Sigues pensando que sabes quién eres?
Enlazas con aquel pensamiento urbano
a más de cien kilómetros de distancia
perdido en una montaña
de Segovia, cerca de Riaza,
y sigues pensando que quieres estar solo
y la verdad es que ya no te dan bola.
Has visto como se han posicionado
cada uno de tus pilares,
los únicos que de verdad te han importado;
ya no olvidarás nunca la sonrisa socarrona de M.,
tu viejo amigo,
preocupándose por los detalles escabrosos
de tus últimas pesadillas
(como si ya no los hubiera adivinado)
... pero escribiéndote cosas tan bellas...
el silencio eterno de D.
la benevolencia de L.
la comprensión de N.
R. que nunca va a leer esto
A. T. siempre ahí
y sobre todo E.
que te atrapó en un rincón del mundo
no te hizo ninguna pregunta sobre el pasado
ni qué piensas sobre el futuro
ni quería saber si vives o escribes
desde un estúpido equilibrio imperfecto
que tira de ti hacia los lados,
como esperando que te estrelles
reviente tu cráneo contra el suelo
se esparzan unas pocas ideas
se rompan las palabras
sufran enfermedades incurables
los verbos
y descansemos todos en paz
de una puta vez.
Pero tú, mal poeta, obsceno e impresentable
ahora vas y decides seguir con este juego.
6 comentarios:
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(Puto Blogger.com de los cojones)
A mi me gusta jugar a este juego... auqnue me sienta como ave desplumada!
Riaza...mmm esa es mi casa!
Bs
N
Pensaba que ibas a volver. Por eso miraba el blog de vez en cuando. Pero aún no te daré la bienvenida. Esperaré un poco. Un abrazo o un beso. Lo que más te apetezca.
He pensado que mejor te doy un abrazo.
...
(más silencio)
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