viernes, 30 de diciembre de 2011

Estoy en pleno proceso. Voy retomando mi vida, haciendo pequeños montones formados con los descartes de otros tiempos que ahora se me antojan felices. Hay veces que uno sobrevive. Son fechas complicadas estas.

Es una sorpresa que no me molesten ni los puestos de bromas y pelucas que han endiñado a la plaza ni el gentío que los recorre. Más bien al contrario. Tengo que reconocer que me gusta mirar las caras nerviosas de los niños que circulan en carros torpemente conducidos por adultos con pelucas estridentes. Es divertido y creo que es una tradición benigna.

Por otro lado he vuelto a acercarme a mis horarios naturales. Hay que moderar ciertas costumbres insanas e intentar volver a despertar sin ese sabor a tristeza en la boca. No es que sea malo, también hay que indagar en las sensaciones oscuras. El problema es que si paso demasiado tiempo en ese bucle sé que corro el riesgo de convertirme en un ser triste. Supongo que también de eso se aprende.

Os voy a contar algo: hoy me he despertado y me inundaba la ira. Soñaba que le daba una paliza a alguien cuya imagen ni siquiera reconozco. Yo debí recibir también algún golpe, porque me sangraba el labio. Tanta furia y violencia (aunque fuera en sueños) me deja preocupado. No es así como debe vivir uno. Imagino que Freud tendría algo que decir al respecto.

Tengo que hacer un gran esfuerzo para concentrarme. Hay que trabajar. Debo leer. Escribir. Dejar que la realidad ocupe el espacio correcto. Recuperar las ganas de pasármelo bien. Menuda travesía.

Después de tantos días fuera de casa lo primero es poner un poco de orden. Revisar los mensajes, aunque no los conteste. Escuchar algo de las noticias en la radio. Es curioso que ahora que la derecha forma gobierno, yo estoy haciendo un repaso al periodo de la Segunda República. Lerroux, Azaña, Alcalá-Zamora… Es extraña la política. Lo era antes y lo es ahora. Respiro profundamente y pienso que queda una larga legislatura por delante.

La verdad es que releyendo y visto cómo lo planteo parece que todo esto da asco. Pero es curioso que uno se levanta todas las mañanas, y realiza toda una miríada de actos cotidianos, un esfuerzo brutal por situarse en la propia vida y opta por enfrentar el día.

Sé que no estamos acostumbrados a la sinceridad. Los que me quieren no deben preocuparse. En el fondo todo esto no tiene importancia, solo son unas líneas escritas sobre una reflexión puntual que hay que hacer de vez en cuando sobre la vida que se lleva. Es lo que hay en este momento. El que quiera modelos vitales envueltos en la nube de una sospechosa irrealidad debe acudir a Facebook, el lugar donde ya no somos nosotros, más bien nos convertimos en una proyección falsa y algo borrosa de cómo queremos que nos vean los que ni siquiera nos conocen.

Yo estoy en pleno proceso. Y que no pare. Las situaciones cambian, nada es eterno. Al final por mucho que uno quiera los derroteros son incalculables y no siempre se lleva la razón. De hecho, uno de las principales virtudes de esto que llaman vida es que te lleva y te trae sin preguntar, sin que le importe un carajo qué opinas al respecto. Y a veces uno pasa por trances inevitables.

No puedo evitar quedarme distraído y ausente cuando pienso en mi padre (es la primera fecha señalada desde que murió. El nueve de enero va a hacer un año). O cuando pienso en Lorna, tan llena de vitalidad hasta el último instante. Las ausencias que persisten. Al final a la vida no le importa lo que tú opines. Estos trances inevitables deberían hacerte consciente de que estás vivo. Volver a cogerle el gusto en el paladar a los bocados de existencia por contraposición.

Elemayúsculapunto me invita a pasar la Nochevieja en su casa. El Cantante hace lo propio y me dice que Huesca. Se suceden llamadas interrogativas. Qué vas a hacer. Qué plan. Qué me dices de. Y yo, en realidad, lo único que quiero es pasar ese día como otro cualquiera, sin más. Acostarme a la hora que me dé la gana y levantarme temprano para retomar por fin mis horarios matutinos, tan necesarios para mi orden interno.

También estoy pensando en retomar ciertas relaciones. Hace no mucho mencioné aquí mismo al cantautor sevillano Manuel Cuesta (un tipo de 35 años obsesionado con Spiderman) y este cometió el error de sentirse demasiado aludido por una opinión personal (debió equivocarse porque su respuesta no la publicó en la entrada correspondiente, si no en la del día dieciséis de noviembre). Él quiso “ponerme en mi sitio” y en ese instante reconocí que podía jugar un papel importante en mi vida. Lo nombré, respetuosamente, mi Archienemigo Predilecto, cargo que ostenta desde entonces y que hoy hago público para que se sepa y a nadie extrañe si hago continuas referencias al tipo en cuestión. El otro día me lo crucé por la calle Atocha (sí, al lado de mi casa, qué casualidad) y al pasar uno junto al otro no quiso mirarme a los ojos. Si no fuera por estos pequeños detalles, la vida sería aburridísima. Para quien no lo conozca, me han dicho que hay un video en youtube en el que sale disfrazado de cerdito rosa o algo parecido. No quise verlo porque hay cosas que uno debe obviar si quiere tomar en serio a un Archienemigo en condiciones. ¿Ves, Manuel, qué bien me haces? Ha sido nombrarte y me he animado de repente. Me gustaría que no se confundieran mis instintos agresivos-pasivos oníricos con la relación platónica que estoy creando con mi Archienemigo. No soy de los que van dando palos por la calle. Lo mío es un teclado y un archivo en Word. Le preparé un poema, pero todavía nos estamos conociendo y no quiero precipitar nuestro idilio. Hay más días que botellines de la Cruzcampo.

Estuve con mi Gran Amigo D.J. Charlamos mucho por las calles de Rochelambert. Me reprendió severamente porque yo le conté un encuentro que tuve con un tipo (la verdad es que no recuerdo el nombre) que había trabajado en el Ministerio de Igualdad y que, después de un recital, me corrigió en una conversación porque utilicé el masculino plural en vez de la misma palabra repetida una vez para cada género. Mi argumento era que interrumpe el normal desarrollo de una conversación, aparte de alguna vaga referencia a la corrección lingüística y una cita dicha de memoria de Javier Marías: Todo el que empiece diciendo “Amigos y amigas…” es que es un idiota. La cita no es, evidentemente, al pie de la letra. Si no fue esto, algo parecido dijo Marías. D.J. me hizo ver otra realidad y tengo que darle la razón. Hay que distanciarse de los que se disfrazan de políticamente incorrectos para defender sexismos anacrónicos y dañinos. Es cierto. Ahora lo veo claro. Pero curiosamente terminamos con este asunto llegando a la conclusión que el radical que interrumpe una conversación fluida anotando el femenino para cada masculino es un idiota.

Ya veis, yo haciendo amigos por todas partes. Pero al final lo que importa es participar y el fútbol es así, once contra once y noventa minutos dan para mucho. Además parece que el frío ha llegado tarde pero fuerte y ahora Ana Botella en el ayuntamiento. Cuántas cosas se me quedan en el tintero, pero veo que esto está resultando ya un poco largo para ser una entrada en un blog.


Bueno, hoy me ha dado por aquí y mañana ya veremos.

5 comentarios:

Lara dijo...

qué grande


que te vengas, vaya

Rober dijo...

Hola, Lara!

Ir, ir... hay que ir.

David J. Calzado dijo...

Cada fin de año lo mismo, nuestras pocas o ningunas ganas de y la persistente presión de amigos y familia para. Yo lo pasé con mi vieja amiga (y reciente editora). Cenamos un revuelto campero anti-findeaño pero tomamos las uvas. Y hablamos de proyectos editoriales pendientes (una traducción de las Cançoes de Botto, por ejemplo).

Fue un placer pasear por el barrio una vez más contigo.

Carmen Caballero Prado dijo...

Un abrazo Roberto!

Me gusta leerte :)

Rober dijo...

Hola David! Traducir es un buen ejercicio para empezar el año. Dale duro ahí.

Amiga Carmen, mucho tiempo sin vernos... espero que todo vaya bien.

Un beso para ambos.