Hay que arrimar el hombro. O al menos eso dicen los que nunca se manchan y no han visto un escombro.
Hay que arrimar el hombro: el tuyo con el suyo, sin armar más barullo. Me asombra vuestro asombro.
Unas grupis nerviosas preguntan por la pasta de una forma entusiasta con pancartas capciosas. Rodean los mercados que llaman de valores, lanzan al aire flores que caen en los juzgados alfombrando las filas tan tristes de parados que sin gran retahíla hablan a los jurados pero solo consiguen decir el padrenuestro: “Perdona al que persigue, da poder al siniestro”.
Y un corifeo dice ¿dónde vas calavero? Tan triste y sin dinero, con tantas cicatrices. Responde: al matadero. Y el corifeo hueco: Buen viaje, compañero. Se va. Ni queda su eco.
Si ningún político, con perdón, interfiere habrá un sitio mítico de esos donde se ingiere el champán de los pobres bendito matarratas que al meterte en el sobre saca el frío por patas y da igual que no cobres las comidas de latas las bebidas baratas la lengua tan salobre.
Y pasa acelerado el momento oportuno… va tan bien disfrazado que no lo ve ninguno.
Ellos nada más sueñan que su primer amor no los abandonó. Ellos nada más sueñan un buen sofá mullido una cena caliente.
4 comentarios:
Hay que arrimar el hombro.
O al menos eso dicen
los que nunca se manchan
y no han visto un escombro.
Hay que arrimar el hombro:
el tuyo con el suyo,
sin armar más barullo.
Me asombra vuestro asombro.
Unas grupis nerviosas
preguntan por la pasta
de una forma entusiasta
con pancartas capciosas.
Rodean los mercados
que llaman de valores,
lanzan al aire flores
que caen en los juzgados
alfombrando las filas
tan tristes de parados
que sin gran retahíla
hablan a los jurados
pero solo consiguen
decir el padrenuestro:
“Perdona al que persigue,
da poder al siniestro”.
Y un corifeo dice
¿dónde vas calavero?
Tan triste y sin dinero,
con tantas cicatrices.
Responde: al matadero.
Y el corifeo hueco:
Buen viaje, compañero.
Se va. Ni queda su eco.
Si ningún político,
con perdón, interfiere
habrá un sitio mítico
de esos donde se ingiere
el champán de los pobres
bendito matarratas
que al meterte en el sobre
saca el frío por patas
y da igual que no cobres
las comidas de latas
las bebidas baratas
la lengua tan salobre.
Y pasa acelerado
el momento oportuno…
va tan bien disfrazado
que no lo ve ninguno.
Ellos nada más sueñan
que su primer amor
no los abandonó.
Ellos nada más sueñan
un buen sofá mullido
una cena caliente.
Sueñan amargamente
que esto tiene sentido.
Poema escondido.
Bomba va.
¿y por qué escribes sobre ella?
Inexplicablemente escribo sobre un montón de cosas. Y tan dispares todas, Rebeca...
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