Calavero pasea
Hay que arrimar
el hombro.
O al menos eso
dicen
los que nunca se
manchan
y no han visto
un escombro.
Hay que arrimar
el hombro:
El tuyo con el
suyo,
sin armar más
barullo.
Me asombra
vuestro asombro.
Unas grupis
nerviosas
preguntan por la
pasta
de una forma
entusiasta
con pancartas
capciosas.
que llaman de
valores,
lanzan al aire
flores
que caen en los
juzgados
tan tristes de
parados
que sin gran
retahíla
hablan a los
jurados
decir el
padrenuestro:
“Perdona al que
persigue,
da poder al
siniestro”.
Y un corifeo
dice
¿dónde vas, Calavero?
Tan triste y sin
dinero,
con tantas
cicatrices.
Y el corifeo
hueco:
Buen viaje,
compañero.
Se van. Ni queda
su eco.
Si ningún
político,
con perdón,
interfiere
habrá un sitio
mítico
de esos donde se
ingiere
(bendito
matarratas)
que al meterte
en el sobre
saca el frío por
patas
las comidas de latas
las bebidas
baratas
la lengua tan
salobre.
Pasa muy acelerado
el momento
oportuno…
va tan bien
disfrazado
que no lo ve
ninguno.
Ellos nada más
sueñan
algún primer
amor.
Ellos nada más
sueñan
con un último amor,
una cena
caliente.
Sueñan
constantemente
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